Laura sigue buscando a su familia biológica

Laura Dematta fue apropiada en 1966 recién nacida, con el cordón umbilical apenas cortado, como decenas de bebés nacidos en Olavarría en los años ’60 que todavia buscan su origen biológico. Creció en una familia del barrio Luján, pero tuvieron que pasar 50 años para enterarse de que la habían privado de su identidad.
En el programa «Y Usted Que Opina» fue entrevistada por Mario Sosa y reveló que a partir de esa impactante noticia comenzó una búsqueda que la llevó hasta un galeno de 91 años, quien le confesó la existencia de un grupo de médicos del que fue partícipe y firmante del acta de nacimiento de Laura, que se apropiaban de bebés y los entregaban a familias «adoptantes». Nunca supo si quienes ejercían esas prácticas recibían a cambio alguna compensación económica o si lo hacían como forma de eludir el orfanato, en los casos de familias que entregaban voluntariamente a los recién nacidos.
De todas formas lo cierto es que el camino elegido por la complicidad de médicos, enfermeras y monjas sí obviaba la intervención de la justicia para dar legalidad a una adopción. Por ello Laura elige la palabra «apropiación» para definir estas situaciones.
Se enteró de su situación en un momento de crisis de su madre adoptante «, en un momento de crisis de su madre adoptante, quien le contó lo sucedido. Le dijo que se la había entregado un conocido médico de esa época, cuyos varios hijos, llamativamente, también eran adoptados. Desde ese momento se fue enterando de que sus familiares, amigos y vecinos sabían de ello, pero nunca tuvo ni indicios ni sospechas de no ser hija de sangre de su madre de crianza.
Su búsqueda desde ese momento no se detuvo nunca, pero hasta el momento no ha encontrado ninguna certeza, aunque sigue esperanzada en un milagro que le permita tener la paz de saber quiénes son sus padres biológicos. «Solo quiero darle gracias por permitirme nacer y vivir, no quiero nada más» dice.
Laura cuenta que su falsa acta de nacimiento tiene todo el aspecto de veracidad, habiendo sido inscripta una semana después de haber nacido. Esto demuestra la cadena de complicidad para llegar a esos extremos.
Laura arrastra 9 años de preguntas sin respuestas, de busqueda sin final. No quiere que pase mucho más tiempo, pero depende de todos nosotros que podamos aportar alguna información cierta y por supuesto de que el Municipio le permita acceder a archivos que podrían arrojar alguna luz, pero hasta el momento se lo han negado, a pesar de haber abierto un expediente y de lo cual no obtuvo respuesta.
La Olavarria oculta de los años ’60 sigue escondida bajo la alfombra, sin pronunciamiento oficial, ya que los gobernantes de turno eligen el silencio ante tamaña revelación. Hablamos de, por lo menos, 50 olavarrienses que se han vinculado compartiendo su destino entre signos de interrogación. Hay que sumarle los que aún no lo saben y los que nunca lo supieron y ya fallecieron. No es descabellado pensar en cientos de vecinos y vecinas que fueron privados de su identidad.
Las situaciones vividas llegan inclusive a historias de película de terror, con bebés que han sido sacados envueltos entre bolsas de rejillas y trapos, robados del Hospital Municipal y llevados a domicilios de los «adoptantes». Lo más sorprendente es la necesaria participación de actores importantes del poder que permitieron que mediante papeles apócrifos se obtengan actas de nacimiento y documentación que «legalizaron» la apropiación.

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